Las cestas se han convertido en uno de los puntos fuertes de la decoración. Como combinan materiales naturales y un auténtico saber hacer, nos gusta reservarles un buen lugar en nuestras estanterías y armarios. Es difícil prescindir de ellas a la hora de ordenar o simplemente decorar nuestro hogar porque, sea cual sea su estilo, las cestas dan un encanto increíble a nuestros interiores. De hecho, nos parecen tan comunes y familiares que no siempre nos damos cuenta del trabajo y la gran función que hacen.
Un oficio milenario

El arte de la cestería no es nuevo. La palabra cesta deriva del latín panarium que significa cesta de pan. Esto demuestra la función utilitaria de este objeto cuyo origen se pierde en los tiempos remotos.

Ya en el antiguo Egipto y hasta ocho mil años antes de nuestra era, se utilizaban todo tipo de cestas en la vida cotidiana: redes de pesca, carros de mimbre para trillar y tamizar los cereales, grandes cestas para transportar las cosechas o la caza.
A lo largo de los siglos, en todos los continentes y en todas las civilizaciones, las cestas han desempeñado un papel esencial para almacenar o transportar alimentos y objetos cotidianos.
Una gama infinita de plantas
Las cestas se siguen fabricando hoy en día con multitud de fibras diferentes. Simplemente, se usan los materiales y recursos disponibles en el campo. Según la época y la región del mundo, el mimbre, el bambú, las hojas de palma, los juncos, el ratán e incluso el papel se han utilizado para tejer todo tipo de cestas adaptadas a las costumbres y usos locales.

Mientras que en Europa se utiliza principalmente el mimbre (brotes jóvenes de sauce) y la corteza de abedul y castaño, en África se emplean hojas de palmera, juncos y cañas. En Asia se utiliza el bambú, el jacinto de agua, el junco de mar y el ratán. Se pueden tejer todo tipo de plantas silvestres. Todo es cuestión de clima y de la diversidad de plantas que se encuentran en cada región.
Un saber hacer universal y variaciones según las latitudes

Al igual que los materiales, las técnicas de tejer varían según las regiones del mundo. Cada país ha desarrollado su propia forma de hacer integrando detalles propios de su cultura. En Asia, los motivos tradicionales están inspirados en los de los tejidos o la porcelana; mientras que en el norte de África, en tintes desarrollados con plantas locales como la henna; y en Europa, variaciones de color jugando con las variedades de mimbre o madera y eligiendo si se descortezan o no. Y aquí es donde la imaginación y el saber hacer del artesano transforma una cesta útil en un bello objeto decorativo.
Un trabajo largo y exigente
El trabajo de la cestería no es nada sencillo. Para los hombres y mujeres que trabajan en este oficio ancestral, es un verdadero desafío para la paciencia. En efecto, el proceso de fabricación es extremadamente largo y actualmente hay dificultades para encontrar artesanos que ejerzan este oficio.

Antes de proceder al trenzado, el cestero debe preparar las fibras naturales. Una vez recolectadas, lavadas y secadas, se descortezan y ablandan con agua o vapor. Todo eso para que sean más fáciles de trabajar. El bambú se corta en tiras y filamentos.
Luego viene el momento de tejer, que requiere paciencia y destreza. Cestería maciza, cestería abierta, técnicas de trenzado en cuerda o en espiral… Hay muchas formas diferentes de hacerlas y varían según la planta utilizada, la región de producción y el resultado final deseado.
Nuevas formas, nuevos tejidos: la cestería se reinventa
Durante mucho tiempo compitiendo con materiales como el plástico, el mimbre está resurgiendo gracias al mundo de la decoración y el almacenamiento, que le ha devuelto su trono.

¿Qué puede ser más admirable que una hermosa cesta tejida cuando se sabe el trabajo que representa? Hoy en día, surgen nuevas formas para satisfacer las necesidades de nuestros nuevos estilos de vida. Colores, patrones: los artesanos compiten con la imaginación para seducirnos. A la dimensión humana se suma la ecológica, ya que las fibras utilizadas son naturales y biodegradables, y la cestería no necesita pegamento, tornillos ni productos químicos. Sólo fibras vegetales y la mano del hombre al servicio de un saber hacer ancestral. Por el simple placer de ordenar y decorar con belleza nuestros interiores.